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Aqui estoy... atrapado... Soy Francisco, tengo 32 años... (o eso creo) y vivo en el barrio de Flores.
Hace unos meses... (o eso creo) estaba solo, parado (porque no estaban los bancos que siempre estuvieron allí) con mucho frío, esperando el tren.
El andén totalmente vacío, como nunca estuvo.
Cuando llegó el tren estaban todas las puertas atascadas hasta que encontré una por la cual pude subir.
Obviamente retumbaban mis murmullos maldiciendo al gobierno, los empleados, o a quien fuera que tenía la responsabilidad de mantener en condiciones el funcionamiento del mecanismo de las puertas. Hasta me quise convencer de que era por eso que no había pasajeros, pero... era todo muy extraño.
Ya en el único vagón al cual pude acceder veo que todos los pasajeros estaban durmiendo o leyendo el diario y me senté del lado de la ventanilla porque era el único lugar desocupado.
Nadie se movía, parecían paralizados. Cada vez la situación era más y más extraña.
Se me ocurrió pasar a la cabina del maquinista (ya que guardia no había) para preguntar
qué sucedía. Para mi horror, veo al motorman leyendo el diario y a su ayudante dormido. Se repetía la situación del vagón.
No
sabía qué hacer. Pensé que era una cámara oculta para algún programa o que mis amigos me estaban haciendo una broma y decidí sentarme en el único lugar disponible a esperar que todo se resolviera por sus propios medios. Ya iban a tener que aparecer riéndose todos de mí.

Pero el tiempo pasaba y nada sucedía. Mejor dicho, , algo también extraño estaba sucediendo: en cada estación que pasábamos el tren disminuía la velocidad pero no se detenía. Y, para peor, nunca había nadie esperando en los andenes.
Así fue que volví a mi lugar y me
quedé mirando por la ventana.
Pasó un rato (o eso creo), o mucho tiempo...
De pronto... noto que la velocidad disminuye considerablemente y, para mi asombro, nos detenemos.
Allí, en el andén contrario al sentido
en el que iba mi tren, me encontraba yo. Parado como antes, tiritando por el frío, sin nadie a mi alrededor, sin los bancos de siempre, tal cual estaba antes de subir al vagón.
Quise auto avisarme, me
paré, grité,... pero se me cruzó la formación contraria, que llegaba. Me veo a mi mismo intentando abrir puertas sin lograrlo hasta subir por la única posible. Arranca... y, para mi desesperación, veo a través de las ventanillas que todos los pasajeros de ese vagón también estaban durmiendo o leyendo el diario.

Cuento fantástico:

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